05/08/2015

No al Cáncer de Piel ¡Protégete!

El cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente que existe. Hay tantos tipos de tumores de piel que requeriríamos no un blog sino una enciclopedia para explicarlos todos.

Ha llegado a nuestra consulta un paciente que ha sido como el prototipo de paciente que nos llega a los cirujanos plásticos y que explica perfectamente la evolución, desde las causas hasta la cura de un tumor de piel.

Se llama Antonio y tiene 68 años. Ha vivido siempre en la ciudad pero por el trabajo que tenía, ha estado mucho al aire libre. Se dedicaba a la construcción de carreteras. Es decir, miles de horas al sol. Y nunca se ha puesto crema de protección solar, como dice él “antes de eso no había”.

Hace meses le salió una “verruga” en la nariz. Su mujer, tras mucho insistir le pudo llevar al dermatólogo que le “quemó la verruga”. Viendo que no se quitaba, el dermatológo le recomendó una crema para que no fuera a más y se redujera, cosa que no hizo. Y entonces el dermatólogo me envía al paciente con sospecha de tumor de piel para realizar la exéresis.

Debido a la localización del tumor ha habido que quitarle un buen trozo de la nariz y reconstruirlo con piel de la nariz para que quedase lo mejor posible. Y así ha sido. El tumor tras analizarlo era malo, pero la exéresis ha sido total y el paciente ya hace vida normal, eso sí con protección solar a diario.

La luz del sol es un regalo fantástico sin el cual no existiría la vida. Pero la luz del sol tiene ciertos “componentes” que provoca mutaciones en nuestras células de la piel y hace que nos salgan tumores. La grandísima mayoría son tumores de esos denominados “buenos” pero en otras ocasiones no son así.

Los dermatólogos lo llevan advirtiendo muchos años. El cáncer de piel crecerá muchísimo y por desgracia las muertes por éste también. Y es muy sencillo acabar con el problema.

Ponte protección solar, ya no solo cuando vayas a la playa o a jugar al fútbol. También cuando salgas a la calle o vayas a comprar. Siempre protección solar. Y por cierto como siempre hago con mis hijos, ¡no os olvidéis de las orejas y del cuello!.