13/10/2017

¡No estoy contenta con mi cirugía!

“No estoy contenta con mi cirugía.” La frase que más odiamos los cirujanos plásticos. Es como un golpe a nuestra autoestima. Si hay algo que nos gusta menos a los cirujanos plásticos que pagar impuestos, es ésta.

Y la razón es sencilla. Como que todos los médicos somos algo egocentristas y con un toque de chulos. Y ésto nos pone en nuestro sitio. Los pies tocan el barro. ¿Cómo es posible que con lo bien que lo he hecho no le guste a la paciente?. Y entonces empezamos a pensar que la culpa es de la paciente. Que no sabe reconocer nuestro trabajo. ¿Os suena algo ésto de los pintores o escultores?. Pues sí, porque en el fondo nos vemos como los más artistas de la medicina. Nuestro gusto estético lo plasmamos en nuestro trabajo.

Pero, ¿Cómo lidiar con ésto?. ¿Qué tenemos que hacer en éstos casos?. ¿Nos va a poner a parir la paciente?. ¿Estoy preparado para enfrentarme a ésta realidad?.

A todos, repito, a todos los cirujanos plásticos nos ha sucedido esto. Y la verdad es que forma parte de nuestro trabajo. Tanto como los buenos resultados, los pacientes satisfechos, los hematomas y la declaración de la renta. Y estamos entrenados para ello. Pero el problema parece algo gracioso pero para nosotros es algo muy serio, porque hay un dicho en nuestra profesión que es “una paciente satisfecha nos trae tres pacientes, una insatisfecha nos quita cien”.

Tenemos que ver las fotografías de antes y de después. Tenemos que ver el cambio realizado. Porque puede ser que el cambio sea espectacular según nuestros ojos y criterio técnico, pero la paciente tenía una expectativa totalmente distinta. Y ésta es la madre del cordero. Lo más difícil de nuestro trabajo no es operar. No es indicar qué tipo de cirugía hay que hacer. Lo más difícil de nuestro trabajo es, que lo que la paciente busque, coincida con lo que se puede hacer. No todo se puede hacer, ni se debe hacer. Es fácil discernir aquellos pacientes que quieren cosas raras (no hay más que ver el programa Chapuzas Estéticas), el problema es que hay pacientes que te dicen si a todo y luego es como si no te hubieran escuchado. Es como si lo que les habías dicho no lo hubieras dicho nunca.

Es como que te han engañado. Ella quería una cosa y les has hecho otra. “¡Pero si yo le expliqué que no se podían poner esos implantes porque no cabían, que eran demasiado grandes!”

Pues hay que resolver el problema. El problema se denomina retoque. Hay que retocar. Hay que mejorar las cicatrices, hay que poner un implante más pequeño porque el resultado es muy exagerado, hay que quitar más bolsa de los párpados porque te has quedado corto. Yo siempre digo que no hay que cerrar el retoque a la paciente nunca. Casi siempre tienen razón de alguna de las maneras.

Además, nuestra misión es dar un servicio premium. Lo que tenemos que hacer, es decir que no a las cosas raras, pero si hay algo que no le gusta a la paciente hay que intentar mejorarlo siempre que se pueda. Porque no siempre se puede, pero eso ya es otro cantar y otro post.