17/03/2017

Cómo debe ser la Relación Médico-Paciente

La primera consulta es siempre determinante. Esa primera comunicación entre el médico y el paciente es el inicio de lo que siempre se ha denominado relación médico-paciente.

La relación médico-paciente se estudia en la facultad en asignaturas como ética o deontología y a lo largo de mi estancia en la Clínica Universitaria de Navarra  los médicos con los que nos formaban insistían muchísimo en ello. Tanto es así, que la verdad, lo que más me ha marcado a lo largo de mi carrera profesional es el ejemplo de cómo uno se relaciona con los pacientes y compañeros, más que los aspectos técnicos ya que estos se pueden olvidar y en muchas ocasiones con los años quedan obsoletos.

La relación entre un médico y un paciente es una relación única en la sociedad. Cuando acudimos a cualquier profesional, queremos una solución a un problema que en muchas ocasiones son problemas económicos, administrativos, tributarios o simplemente que queremos comprar un servicio el cual está perfectamente tasado e incluso se puede plasmar en un contrato.

La nuestra, es una relación completamente distinta. En primer lugar, porque lo que muchas veces nos jugamos es nuestra salud, nuestra vida, en definitiva. Nuestra vida, nuestras expectativas en ella y todo lo que nos pueda pasar a nosotros tiene una enorme trascendencia sobre las personas que más queremos, y puede hacerles sufrir en demasía.

Por tanto, cuando vamos al médico no vamos buscando algo que se compre, se pida a una fábrica y te lo sirvan. La relación es, una relación entre lo que nosotros somos abiertos completamente y el médico.

El paciente se abre entero al otro. Incluso sus secretos más íntimos podrían ser desvelados en esa conversación. Tanto es así que todos habéis oído hablar del secreto profesional. Y esto está regulado legalmente y deontológicamente en los colegios de médicos. Un médico no puede desvelar a un tercero, salvo expreso permiso del afectado, datos de ningún paciente. (lógicamente existe información más sensible que otra).

Y el médico deberá escuchar, comprender, y valorar no sólo las soluciones técnicas a una enfermedad en concreto sino, que nunca, deberá olvidar cómo esa patología repercute en la vida del paciente desde el punto de vista social, familiar, laboral e incluso espiritual. (en nuestro deber también está incluido que los pacientes tengan acceso y total disponibilidad de ayuda espiritual, del médico del alma-sacerdote).

Y a los médicos no se nos debe olvidar nunca que ese paciente que tratamos, confía en nosotros. Y nos ha dado lo que más vale para él. Y esa confianza no se debe nunca estropear.

No nos podemos permitir que los pacientes duden de nuestro conocimiento, pero tampoco de nuestro valor como personas. Es más, yo diría que, siempre ha sido más importante con qué cariño y afecto tratamos a un paciente que todo lo que hemos podido estudiar.

Muchos nos lo sabréis, pero cuando recibimos las letras que los médicos escribimos cuando fallece un compañero en la revista del colegio de médicos, lo que siempre se describe es qué cariñoso y cuanto le querían sus pacientes.
 

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