10/08/2018

Conocimiento versus información

Os escribo esto porque hace poco me vino a consulta una paciente que quería un aumento de mamas. Tenía unos 30 años. Me dijo que yo era el cuarto cirujano al que veía en consulta. Madre mía, yo el cuarto, pensé.

Ante esta situación yo, como cirujano me pregunto, ¿ Qué le voy a decir yo de ésto, que no se lo haya dicho otro compañero antes? O peor aún ¿ A cuántas asesoras de vestido apretado y labio exagerado han visitado?. Y ¿ qué puedo tener yo que no tengan los demás compañeros para que sea yo el “elegido”?. ¿ Seré más simpático?… o ¿ más guapo 🙂 ?.

Pero el problema no es lo que le haya dicho otro colega, que seguro que le ha informado con la mejor de sus capacidades y conocimientos sino que  el problema es que la paciente, cree saber de ésto porque ha leído mucho y se ha informado mucho.Y entonces la conversación ya no es de alguien que quiere asesoramiento, sino de alguien que te viene a examinar a ver si “sabes” porque ella sabe mucho y ha leído mucho. No es una relación médico – paciente basada en la confianza y en doctor , “ usted es el profesional y el que sabe” , sino todo lo contrario.

Primer error. Confundir conocimiento con información. Yo puedo tener mucha información pero no saber de nada. Es más, hoy por hoy es lo habitual. Jamás hemos tenido más información al alcance de nuestras manos y nunca hemos sabido menos que ahora. Entre otras cosas porque la información que recibimos es errónea o es interesada ( no toda obviamente), escrita por personas que no saben de lo que escriben y que el receptor ,asume como correcta, porque simplemente  lo ha leído. Además lo ha leído en internet ,dando por cierto que en internet todo es cierto, cuando es precisamente todo lo contrario y además de que la repetición de los mismos mantras hace que un receptor ignorante piense que al repetirse tanto sea esa precisamente la versión correcta.

El problema es que el emisor de la información no es veraz, pero para mí el mayor problema y ésto ya es un problema endémico, es que el receptor no tienen la capacidad de discernir la “fuerza” de la fuente. Le vale cualquier origen de la información. La fuente no importa. Se acabó.

Todos mis intentos de “iluminación” a ésta paciente fueron en vano. No se operará conmigo nunca y lo hará en una franquicia donde la tratarán como en McDonalds, “gasta y vete”. Pero a veces es así. Y es cuando te vas de la consulta con una sensación de frustración tremenda. Cuando ves que el enemigo a vencer es demasiado poderoso. No sé ni porqué lo intenté.
 

¡Contacta con nosotros y te asesoraremos profesionalmente!…