Desde la pubertad hay un número muy significativo de mujeres a las que el pecho les crece de una manera mucho mayor que al resto de sus amigas. Esto con el paso de los años se acentúa muy especialmente en estas personas, ya que, las mamas se caen mucho por el peso excesivo y además, con el paso de las décadas, la gran mayoría de las personas cogen algo más de peso, que se traduce en más pecho aún.
Una de las cosas mas curiosas de las pacientes que consultan por reducción mamaria, de aquellas que ya tienen unos años, es que siempre dicen que llevan mucho tiempo pensándolo. Y mucho tiempo pueden ser 15, 20, incluso 30 años. Y es increíble, porque sinceramente, es una expresión de que en esta vida, puede que haya decisiones importantes que se van aplazando, que nunca es el momento, que siempre hay algo más importante que yo, que impiden atenderse a uno mismo. Con la llegada de los hijos a la vida, la vida propia se aparta en gran medida. Los esfuerzos y los recursos se dirigen hacia ellos y al final te encuentras en los 50 queriendo hacer lo que no has podido hacer en los últimos 20 años.
Y ahí es donde llega el grueso de las pacientes de reducción mamaria. Pacientes que llevan una vida sufriendo los dolores de espalda, las marcas del sujetador, algunas rojeces en el surco del pecho. Problemas para encontrar ropa, vestidos que no se pueden poner. Otras incluso pensando que estaban pasadas de peso porque esas mamas les hacía parecer mucho más gordas.
Y la reducción mamaria compensa. Siempre compensa. Cuidarse, verse mejor, sentirse mejor. Siempre compensa.
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