01/10/2018

El envejecimiento del rostro

Con el paso del tiempo y por tanto del envejecimiento las propiedades de nuestra piel cambian. El colágeno, que son las columnas de la piel, y las fibras elásticas que contienen se van degradando. Además nuestro cuerpo no genera tanto ácido hialurónico (el cemento que da consistencia a la piel) como cuando éramos más jóvenes. Como éstas dos cosas suceden a la vez, la piel va perdiendo poco a poco su elasticidad, su hidratación, su jugosidad, su calidad.

Hay varias razones. La primera y más potente son los hábitos. No fumar. Ésto debería estar en mayúsculas. El tabaco es el mayor enemigo de la piel. El peor de todos. Además de cáncer cutáneo, provoca una sequedad y un envejecimiento enorme. Por lo tanto, lo primero dejar de fumar. La segunda es el sol. El daño solar que puede producirse por la exposición prolongada sin protección adecuada puede hacer , además de provocar cáncer de piel, que ésta pierda sus propiedades rápidamente.

Pero hay una parte que no podemos controlar, que es la genética. Hace poco estuvimos con la madre de un amigo Italiano que con 84 años, ¡No tenía arrugas! Fue algo increíble. Al analizarla técnicamente nos dimos cuenta que efectivamente, tenía laxitud de la piel, el cuello caído, pues lógico. Pero sin arrugas en la frente, en el entrecejo, ni en las patas de gallo. Ni una en el “código de barras”. Ésto sólo se puede explicar por sus características intrínsecas.

Pero ésto es sólo la excepción. La regla es otra muy distinta. No podemos parar el tiempo, pero el avance en la medicina estética y las soluciones que nos aporte nos ofrecen tratamientos más seguros y eficaces, que en buenas manos, aseguran unos excelentes resultados.

Recuperar la hidratación de la piel, mejorar su estructura y elasticidad, así como rellenar las arrugas y restaurar el volumen es fácil.

No se puede pedir más.
 

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