Los implantes de pecho no se pueden rechazar. Aunque voy a explicar lo que la gente dice que “le pasó a una prima de Cuenca y que rechazó los pechos”.

Los implantes están fabricados con gel de silicona por dentro y de silicona también por fuera. De tal forma, que todo aquello que está en contacto con el cuerpo de la paciente es silicona. La silicona no se puede rechazar. El cuerpo tolera y acepta la silicona como si fuera suya. No la reconoce como extraña, por lo que no se produce un rechazo como sí puede suceder en los transplantes.

Pero pueden pasar varias cosas. La primera y más frecuente es, si ese implante es demasiado grande para lo que el cuerpo de la paciente es capaz de admitir. Si una paciente tiene unas dimensiones y una distensibilidad de la piel para aceptar 250cc de implante, eso implica que si le pones 600 cc (estoy exagerando), éste hará que la herida se abra. Como no cabe, la piel se romperá y lo hará por la zona más débil. Y la zona más débil después de una cirugía es la herida. Entonces se abrirá y la paciente en el espejo verá cómo se “asoma” el implante. Al final, hay que quitar en quirófano ese implante.

La segunda causa, en que la gente también habla de “rechazo” es la contractura capsular. Ya hemos hablado de contractura capsular varias veces.

Otra razón más es la infección. Cuando un implante se infecta se llena de pus, se abre la herida y el implante hay que quitarlo. También y por último puede suceder que debido a la debilidad de una zona en una elevación mamaria, la piel se pueda abrir y se exponga el implante.

Al final, los implantes no se pueden rechazar, pero sí existen complicaciones con los mismos que hacen que haya que retirar el implante porque se haya infectado, la piel no haya “soportado el peso del implante”, o porque se haya contracturado.